¿En qué piensan las plantas?
Parece una pregunta extraña porque, si somos sinceros ¿las plantas piensan? Para pensar es necesario un cerebro y las plantas no tienen… ¿o sí? Esta y otras interesantes preguntas son las que intenta responder la neurobiología vegetal, una disciplina apasionante y poco conocida.
Sabemos que las plantas no tienen sistema nervioso centralizado como los animales, por eso varios autores aclaran que el término ‘neurobiología vegetal’ no es adecuado para una planta. Sin embargo, las células y los tejidos vegetales y animales comparten una serie de similitudes «neuronales» como veremos a continuación.

Figura 1: Cuanto más se sabe de las reacciones de las plantas frente a estímulos, más similitudes se observan con el mundo animal
Ser planta no es nada fácil. Prosperan en entornos muy complejos y con muchos factores en contra ¿Cómo lo hacen? Recabando información a tiempo real. Por un lado, realizan un muestreo de muchos vectores (la luz, el sonido, el olor, el contacto, la presión, los patógenos, los microrganismos…) mediante un sistema sensoriomotor altamente sofisticado. Posteriormente unen la información recibida y son capaces de aprender, memorizar, tomar decisiones y resolver problemas complejos. A continuación, veremos algunos ejemplos.
“La vista”
Una de las áreas más estudiadas el fototropismo, que como suponéis es la capacidad de las plantas para orientarse hacia la luz. Las plantas no tienen ojos como nosotros, sino que utilizan receptores fotónicos para detectar la dirección de la luz. Estos receptores activan una serie de cascadas de señalización que a su vez activan ciertos genes y producen cambios en la distribución de auxina, lo que resulta en el crecimiento curvado hacia la fuente de luz.

Figura 2: Los girasoles son un ejemplo muy común de plantas que se orientan a la luz.
“El tacto”
Las plantas tienen receptores mecánicos, como las proteínas estatina, que se activan cuando se aplica presión o se toca una hoja. Cuando pensamos en plantas que reacciona al tacto probablemente se os venga a la mente la Mimosa pudica o la Venus atrapamoscas como ejemplos clásicos de cierre de hojas mediado eléctricamente, pero todas las plantas dependen de una forma u otra de la señalización eléctrica. La comunicación de las plantas se lleva a cabo en parte, a través de potenciales de acción que se propagan multidireccionalmente a lo largo del floema. Estos activan cascadas de señalización que a su vez activan cambios en la distribución de hormonas vegetales, causando los llamativos efectos que la figura 3.

Figura 3: Mimosa pudica y Venus atrapamoscas reaccionando a diferentes estímulos mecánicos
“El oído”
Por sorprendente que parezca las plantas pueden detectar y responder a los estímulos sonoros. Pero ¿las plantas oyen? En absoluto, pero oír no es la única manera de detectar el sonido, ellas lo hacen mediante receptores de presión sonora. Esto les sirve para detectar las vibraciones producidas por los insectos y otros animales, así como a los sonidos producidos por el viento y el agua.

Figura 4: Detectar insectos le permite a la planta generar sustancias toxicas para los mismos e incluso avisar a otras plantas del peligro
Conclusión
La neurobiología vegetal es un campo emergente y fascinante que está descubriendo cada vez más sobre los mecanismos de señalización y respuesta de las plantas a los estímulos ambientales. La neurobiología vegetal también tiene implicaciones prácticas en la agricultura y la horticultura. El conocimiento adquirido a través de estos estudios puede ser utilizado para desarrollar técnicas y estrategias que permitan mejorar el crecimiento y la producción de cultivos, así como para desarrollar plantas más resistentes a enfermedades y plagas.
Por último, respondiendo a la pregunta inicial, si se puede llegar a decir que las plantas “piensan” en algo, es en sobrevivir. Una actividad tan extenuante como repleta de misterios para nosotros, sus observadores.
M.Remírez
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