Grafiosis del olmo, una de las peores pandemias vegetales
/en Académico/por arvensisagroLos olmos comprenden entre 30 y 40 especies de árboles caducifolios o semicaducifolios que se agrupan bajo el género Ulmus, y que se extienden por bosques y ecosistemas naturales de todo el hemisferio norte. Algunas de estas especies son resistentes a la sequía y están perfectamente adaptadas al clima mediterráneo, siendo el olmo negrillo (Ulmus minor) el de mayor distribución en la península ibérica. Su madera, apreciada por sus vetas entrelazadas, es resistente a la rotura, se dobla con facilidad y soporta bien a la humedad, por lo que tradicionalmente se ha empleado para la fabricación de muebles y embarcaciones. Aparte de su utilidad, muchos olmos son ejemplares de porte imponente que han alcanzado gran longevidad y tamaño, razón por la cual gozaban de especial valor paisajístico en las en muchos lugares y pueblos de España y el mundo.
Sin embargo, hoy en día la mayoría de estos majestuosos árboles han desaparecido de Europa y Norteamérica, víctimas de una de las pandemias vegetales más devastadoras de la historia reciente: la enfermedad holandesa del olmo o grafiosis. Esta enfermedad está causada por los hongos ascomicetos Ophiostoma ulmi y Ophiostoma novo-ulmi. A pesar de su nombre, se cree que la enfermedad holandesa del olmo es originaria del oeste asiático, done las especies de olmo autóctonas son resistentes a la grafiosis, indicio de que llevan conviviendo con el parásito durante varios siglos. Los primeros síntomas de la enfermedad fueron detectados a principios del siglo XX en las poblaciones de Ulmus x hollandica de los Países Bajos. Las fitopatólogas neerlandesas Bea Schwarz y Christine Buisman identificaron en los años 20 al Ophiostoma ulmi como el agente causante de la grafiosis. Además, Bea Schwarz descubrió más tarde que los coleópteros del género Scolytus actuaban como vectores de la enfermedad. Estos pequeños escarabajos depositan sus huevos en ejemplares marchitos o debilitados de olmo (posiblemente porque esta infectados con grafiosis), entre la corteza y la madera. Cuando los huevos eclosionan, las esporas de Ophiostoma se adhieren al cuerpo de la larva que permanecen cavando galerías en el olmo hasta llegar a la madurez, momento en el cual viajan a olmos vecinos transportando consigo la enfermedad.
Durante las décadas posteriores, la grafiosis se extendió por muchos los países del hemisferio norte, incluido Estados Unidos, causando descensos en las poblaciones de olmos de entre un 10% y un 40%. Cuando a mediados de siglo parecía que la epidemia estaba remitiendo, surgió en la década de los 60 un nuevo parasito, el Ophiostoma novo-ulmi. Mucho más virulento que el anterior, acabó con entre el 90% y el 100% de los olmos, situando a este género de plantas, antaño uno de los árboles más comunes del planeta, al borde de la extinción.
Síntomas y efectos de la grafiosis
El Ophiostoma ulmi y Ophiostoma novo-ulmi son parásitos vasculares que invaden el xilema de los olmos, donde producen toxinas como la ceratoulmina que rompen la columna de agua de los conductos vasculares, lo que produce un fenómeno llamado cavitación que impide la llegada de nutrientes y agua a las partes afectadas de la planta (para saber más: https://www.arvensis.com/es/blog-regulacion-de-la-perdida-de-agua-por-traspiracion/). En muchas ocasiones, la propia respuesta defensiva del olmo, basada en bloquear los vasos infectados para evitar la expansión del hongo, agrava la situación. El déficit hídrico provoca la muerte de las partes afectadas del árbol. La virulencia de la enfermedad causada por el Ophiostoma novo-ulmi es tal que los ejemplares infectados en primavera pueden morir ese mismo verano o en la primavera del año siguiente. Tras ello, las raíces del olmo pueden seguir produciendo hijuelos del árbol durante algunos años, pero que en ningún caso alcanzarán las dimensiones del olmo original.
Durante las décadas posteriores, la grafiosis se extendió por muchos los países del hemisferio norte, incluido Estados Unidos, causando descensos en las poblaciones de olmos de entre un 10% y un 40%. Cuando a mediados de siglo parecía que la epidemia estaba remitiendo, surgió en la década de los 60 un nuevo parasito, el Ophiostoma novo-ulmi. Mucho más virulento que el anterior, acabó con entre el 90% y el 100% de los olmos, situando a este género de plantas, antaño uno de los árboles más comunes del planeta, al borde de la extinción.
La grafiosis: una enfermedad con escasas soluciones
Los métodos de lucha contra la grafiosis incluyen talar las ramas afectadas o incluso todo el árbol, cavar zanjas para separar ejemplares infectados de los sanos (ya que, aunque menos frecuente, la enfermedad puede trasmitirse también a través de las raíces), el control del vector de transmisión, los Scolytus, mediante insecticidas, y el tratamiento de los olmos infectados con inyecciones de fungicida. En general estos métodos son poco efectivos, caros y laboriosos, por lo que solo son viables para intentar salvar pequeñas poblaciones de olmos, como la del Real Jardín Botánico de Madrid, donde varios ejemplares singulares terminaron muriendo recientemente tras varios años de lucha contra la grafiosis, entre ellos el olmo “Pantalones”.
Un halo de esperanza
No obstante, todavía hay esperanza para los olmos. Una de las estrategias más prometedoras para la recuperación de la especie es el desarrollo de variedades resistentes mediante la hibridación de olmos asiáticos con especies autóctonas, la selección de ejemplares locales que han presentado resistencia a la enfermedad en zonas afectadas, el desarrollo de vacunas o incluso la creación de especímenes transgénicos que contengan genes bacterianos que codifiquen sustancias antimicóticas. Todos estos esfuerzos ya han culminado en variedades de olmo, como “Sapporo Autumn Gold”, “Nanguen LUTÈCE”, “Arno”, “Morfeo”, “Plinio” y otras que ya se están ensayando en campo para ver su efectividad (lo cual lleva años, ya que los olmos son árboles que crecen lentamente y hay cosas que la ciencia no puede acelerar).
En España, esta labor está siendo realizada por Centro Nacional de Mejora Genética Forestal (CNMGF) de Puerta de Hierro en Madrid, que en el año 1986 inició el Programa de Mejora Genética de los Olmos Ibéricos. Después de casi 30 años, en 2013, se catalogaron cinco ejemplares resistentes; a partir de cuyo material ya se han replantado 12.000 olmos en la comunidad de Madrid para estudiar su viabilidad. La más resistente de estas variedades es la llamada Ulmus minor “Ademuz” por el nombre de la localidad situada a unos 30 Km de Teruel donde fue localizado el ejemplar original, descubierto por Margarita Burón, quien desafortunadamente murió en un accidente de trafico antes de dejar constancia del lugar exacto y descripción del olmo. La variedad “Ademuz” es una de las más resistentes desarrolladas hasta ahora, y además de en España ya se está replantando en otros países, como el Reino Unido.
Parece que estos esfuerzos por recuperar la especie servirán para devolver los olmos a nuestros bosques y jardines. Pero todavía es pronto para saberlo, solo el tiempo lo dirá.
Bibliografía
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